Tus amigos acaban de hacer una fiesta enorme, hubo un gran banquete e hicieron intercambio de regalos, llevaron un gran pastel y desde luego mucha nieve. No podrían faltar los brindis, la música en vivo y el mariachi. ¡Fue una fiesta increíble! Lastima que no estuvieras ahí ya que NO te invitaron. ¿Que estaban celebrando? ¿No lo recuerdas? ¡La fiesta se hizo para celebrar tu cumpleaños! ¡Que buena fiesta fue!
¿Como te sentirías si esto en realidad hubiera pasado? Al menos a mi no me hubiera agradado. Pero esto es mas común de lo que pensamos, en estas fechas hacemos «posadas» y reuniones con motivo de navidad y se nos olvida invitar a quien debiera ser el invitado principal de las fiestas navideñas; Jesucristo. En memoria de su nacimiento, es la razón por la cual se festeja la navidad, pero mas que festejar y recordar que nació, el nos pide que recordemos el porque vino a vivir entre nosotros.
Pero dejemos que el mismo nos lo diga, cuando llegó a Nazaret, la aldea donde creció, fue como de costumbre a la sinagoga el día de descanso y se puso de pie para leer las Escrituras. Le dieron el rollo del profeta Isaías. Jesús lo desenrolló y encontró el lugar donde está escrito lo siguiente:
Isaías 61:1-2a
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí,
por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
a proclamar liberación a los cautivos
y libertad a los prisioneros,
a pregonar el año del favor del Señor
Esa es la razón por la cual El se despojo a si mismo, el dueño de todo cuanto existe vino a nacer a uno de los lugares mas humildes. En ese momento solamente los «Reyes Magos» (que ni eran reyes ni eran tres) y un puñado de pastores a quienes se les dio aviso se percato del nacimiento que cambiaría el mundo. El resto de las personas, al igual que ahora lo hacemos, no se dio cuenta.
Irónicamente diciembre es el mes mas propenso a depresión, donde el correr tras las cosas que no llenan, que no satisfacen el alma, lo ocasiona. El levantarte cada día sin saber porque estas aquí, ir al trabajo/escuela solo porque «tienes que hacerlo», dejando que los dardos del maligno asesten nuestra mente y corazón. Donde los errores del pasado son un lastre en nuestra mente y conciencia, cargamos con secretos tan profundos y tan pesados. ¿Por que habría el Eterno de nacer de ese modo? ¿Acaso no podía llegar codeándose con la realeza? ¿O con poder ser el mesías bélico esperado por los judíos? El lo hizo para darnos una lección, para mostrarme que sin importar lo humilde o indigno del lugar, en este caso nuestro/mi corazón, el quiere y puede nacer y transformar ese lugar.
El vino a este mundo a darnos lo que necesitamos, no lo que queremos. Necesitamos que sane nuestras heridas, no un carro nuevo, que nos de la libertad, no la novia «ideal», nos puede dar más allá de lo que siquiera podemos imaginar. Pero sobre todo del agua viva para no volver a tener sed. Yo no soy alguien especial, necesito de Jesús tanto como tú lo necesitas, solo soy un mendigo diciendo a otro donde he encontrado y podemos encontrar mas alimento. En estas fechas, cuando estemos celebrando su nacimiento, no olvidemos invitarlo a la fiesta.
Jesús gracias por venir a hacer lo que yo jamas podría haber hecho por mi, sanar mi corazón herido. Por pagar el precio en rescate de mi vida, y por darle sentido a mi vida. No me permitas correr tras las cosas que no me van a satisfacer, gracias por cuidarme en la palma de tus manos. Gracias por venir a nacer en el pesebre de mi corazón, por lo mucho que me has perdonado, y por permanecer fiel aun cuando yo no lo he sido.