El arrepentimiento, cuando es verdadero y genuino, conduce a la confesión y a la restitución.
Una persona puede ver el pecado como perjudicial y abominable; mientras que su corazón lo ama, lo desea, se aferra a él. Pero cuando se arrepiente verdaderamente, lo aborrece de corazón y renuncia a él.
Es imposible que alguien se arrepienta verdaderamente sin un cambio de opinión. De ser verdadero el arrepentimiento, en vez de verlo (la acción incorrecta) como algo deseable o fascinante, le parece algo aborrecible, detestable, y se asombra de que pudo haber deseado algo así.
A lo que les dediques tu tiempo, energía y dinero cobrará más importancia para ti. Es difícil que te importe algo en lo que no inviertes. Por lo tanto es difícil que puedas arrepentirte de herir a alguien que no es importante en tu vida. Es probable que solo sea el temor a que se conozca tu falla (y sus consecuencias) lo que te conduzca a pedir perdón o disculpas. Cuando no hay arrepentimiento verdadero, solo es remordimiento o pena y te/le preocupara mas el que dirán, justificara(s) lo hecho, pero para «errores» premeditados simplemente no hay excusa que valga. El ser humano es el único animal que puede causar daño teniendo plena consciencia de que esta haciendo daño.
Analiza tus pensamientos y sentimientos a profundidad, ¿cual es tu pensamiento respecto al acto que hiciste? ¿Cual es el pensamiento que tiene tu ofensor sobre el error? En base a eso sabrás que clase de arrepentimiento es.
Así ves la diferencia entre el arrepentimiento superficial, falso y parcial, con el verdadero arrepentimiento. Ahora ya lo sabes y no tienes excusa.
¿Quieres reparar el error? Primero que nada hay que arrepentirse, ese es el primer paso. Tener consciencia de la gravedad de lo que a ocurrido y después confesar con un corazón arrepentido. Pero hazlo de verdad, con el corazón en la mano.