Después de todo, solo el recuerdo queda y lo mejor que nos podemos llevar de esta vida son buenos recuerdos. Como ese abrazo que puedes aun sentir después de tanto tiempo, aquel beso robado, como la primer mirada y la ultima (que no es especial hasta que te das cuenta que realmente fue la ultima), como el tiempo en el seminario queriendo ser bueno y como el tiempo que le siguió intentando no ser tan malo. «Me he acostumbrado tanto a la melancolía que la saludo como a una vieja amiga.»
Cuando no lo estabas buscando, ni esperando, sucede de nuevo: te enamoras. Vuelves a sentir la emoción de verla, y la extrañas apenas te has separado de su lado. Con la incertidumbre que es la vida, con las experiencias. Y como te advierte la bolsa de valores «los rendimientos históricos no garantizan que vayan a repetirse en el futuro» sucede con la vida… con el tiempo lo olvidamos. Así continuamos fabricando recuerdos, para andar melancólicos en poco tiempo o quizá en muchos años.