Adan y Eva / Fragmento / Jaime Sabines

Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?

Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquila y tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.

¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?

Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.

Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.

Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.

¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.

Estoy Aquí

(Él le pertenece a ella,
y ella le pertenece al pasado
y las risas y los gritos y los reclamos,
esos no pertenecen a nadie…
Esos se los regalo…)

Iba cayendo la lluvia en el balcón,
y tú fumando un cigarrillo en el sillón,
tu voz llamándome al balcón a ver llover

Iban mis manos de las cuerdas al papel,
también tus ojos de mi cara a la pared, sin fe,
sabiendo que ha acabado
de llover.

Estoy aquí, sin ti, hundido en el silencio.
Estoy sin ti, aquí, deseando que regreses junto a mí,
vayamos al balcón a ver llover.

(Él la ve con ojos llorosos…
Ella ya no lo mira pero se acuerda de el por unas fotos,
unas fotos viejas que se han ido desgastando…
Igual que las promesas de amor eterno,
que se perdieron con los años.

Ella está cansada y aburrida,
el está mirandola y casi no ve nada
¿de qué se habrá enamorado?
Porque ella se ve como el humo,
porque él se pasa la vida inventando.)

Siempre juraste que un día no ibas a volver,
porque ya juntos no había nada mas que hacer,
después jalabas (te ibas) con el auto hasta las seis.

Sigue cayendo la lluvia en el balcón,
y tú, no estas con tu cigarro en el sillón,
y yo tratando de escribirte esta canción.

Estoy aquí, sin ti, hundido en el silencio.
Estoy sin ti, aquí, deseando que regreses junto a mí,
vayamos al balcón a ver llover.

Edgar Oceransky

(Aquí completo)

LA CULPA ES DE UNO

Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto,
ah, pero mi tristeza sólo tuvo un sentido,

todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron.

Hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo,
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad,
pero vos encontraste la manera,
una manera tierna
y a la vez implacable,
de deshauciar mi amor.

Con un sólo pronóstico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible,
lo envolviste en nostalgias,
lo cargaste por cuadras y cuadras,
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera,

ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte que no es mucha.

Creo que tenés razón,
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo.

Hace mucho, muchísimo,
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno.

Ahora estoy solo,
francamente solo,
siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado.

Antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno,
con los ojos bien secos
por si acaso,
miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.

Mario Benedetti.

Poema XVIII… Aquí te amo…

Aquí te amo.

En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.

Se desciñe la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.

O la cruz negra de un barco.
Solo.
A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Este es un puerto.
Aquí te amo.

Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.

Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.
Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.

Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueño.

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te amo, los pinos en el viento,
quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.

Pablo Neruda