6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; 7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. (RVR60)
6 Por lo tanto, muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. 7 Descarguen en él todas sus angustias, porque él tiene cuidado de ustedes. (RVC)
6 Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor. 7 Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes. (NTV)
El pasaje de 1 Pedro 5:6-7 se los muestro en tres traducciones o versiones distintas, cada una con sus propias variaciones notables. Estas diferencias, aunque puedan parecer menores inicialmente, tienen un impacto significativo en nuestra interpretación del mensaje, particularmente en temas relacionados con el orgullo y la manera en que entendemos las palabras con sus connotaciones contemporáneas.
Se destaca una diferencia fundamental en el uso de términos como «humillaos» en contraposición a «muestren humildad». Optar por una versión sobre otra revela las connotaciones que atribuimos actualmente a estas expresiones, influenciando directamente nuestra percepción del texto. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿acaso humillarse es lo mismo que ser humilde?
De forma reveladora, estos versículos ofrecen una guía explícita sobre la práctica de la humildad, eliminando la posibilidad de interpretaciones ambiguas. Se nos anima a liberarnos de la ansiedad mediante la confianza plena en Dios. No obstante, el orgullo y la tendencia hacia la autosuficiencia, temas recurrentes en las Escrituras, nos impiden asumir una postura de humildad, humillándonos (es decir, suprimiendo nuestro ego y orgullo) y confiando en Su cuidado.
Así, la ansiedad se presenta como un reflejo o consecuencia del orgullo, surgida de nuestra dificultad para reconocer y confiar plenamente en Dios, debido a nuestra incredulidad en su preocupación por nosotros.