Lleve las cosas en la mañana y me quede ahí solo mucho mucho rato. Acomode las cosas en la cabaña, encontré una bocina y seguí el cable hasta encontrar el estero puesto en un mueble que le ocultaba muy bien. Escuche música y leí algunas meditaciones de «El Aposento Alto».
Fue increíble lo que paso en esos momentos, las palabras me partieron a la mitad y llegaron hasta la coyuntura de mis hueso, era el Unico quien me daba las palabras que necesitaba escuchar para limpiar mis pensamientos. Espero en breve terminar aquello que me fue ministrado para poder subirlo.
Al llegar la noche después de un día de compañerismo y planeación muy sano. Me aparte de todos y de todo, pues quería estar con la naturaleza y su creador, me fui a un lugar donde corría el viento muy alegremente se escuchaba desde lejos al acercarse y en el firmamento desde un lado al otro la vía láctea.
Fue cautivante, hasta me acorde de un Salmo «los cielos cuentan la gloria de Dios» y me puse a contar estrellas fugaces y murciélagos que pasaban formando una sombra muy negra en el firmamento brillante. Animales que a diferencia de lo que puedas imaginarte son muy agradables como ratones que vuelan y comen frutas