Ansiedad

Arthur Schopenhauer empieza, en «los dolores del mundo», escribiendo/diciendo: Si nuestra existencia no tiene por fin inmediato el dolor, puede afirmarse que no tiene ninguna razón de ser en el mundo. Porque es absurdo admitir que el dolor sin término que nace de la miseria inherente a la vida y que llena el mundo, no sea más que un puro accidente y no su misma finalidad. Cierto es que cada desdicha particular parece una excepción, pero la desdicha general es la regla.

Somos demasiadas personas habitando aquí dentro, fragmentados en personalidades. Similar a «fragmentado» o «intensamente» (ambas peliculas, generos muy distintos). Y para cualquiera de nosotros (hablando en primera personas) hay material para agrandar dicha personalidad.

Está mi yo fatalista, que como Arthur, piensa que el sin sentido de la vida es el sentido de la misma. Y me identifico con esa literatura, y afirmó como diciendo amén a fragmentos como «El día de hoy es malo, y cada día será más malo, hasta que llegue el peor».

Sin embargo también soy otro yo, el yo que no quiere eso, que se revela y trae al consciente frases de otros tiempos, que ahora parecen lejanas, como: «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.» Isaías 26:3. Es esta batalla de la mente, entre mis fragmentos (diferentes yos) queriendo tomar el control. La personalidad mejor alimentada será la que predominará y menguara la «desnutrida». Vamos a darme (aunque muchos dijeran darle) una oportunidad, a mi yo que quiero ver vencedor, con Max Lucado y su «Ansiosos por nada».

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