En una noche fría y oscura, un hombre inteligente se encontraba en una cabaña en medio del bosque. Deseaba encender una fogata para mantenerse caliente, pero se dio cuenta de que no tenía encendedores ni fósforos.
Entonces, decidió mezclar cuidadosamente aceite de cocina, sal de mesa, vinagre y bicarbonato de sodio en una lata vacía de refresco. Agitó la mezcla y la colocó en el suelo, luego tomó un poco de papel y lo enrolló como si fuera una mecha.
Con mano temblorosa, prendió fuego al papel y lo arrojó dentro de la lata. La mezcla comenzó a burbujear y a desprender humo, pero no parecía que fuera a encenderse.
Pero entonces, de repente, una llama azul se elevó de la lata y comenzó a crecer. El hombre se asombró al ver que su mezcla había funcionado y que había creado un fuego cálido y brillante que lo mantendría caliente durante toda la noche.
Con una sonrisa en su rostro, se sentó junto a la fogata, tomó una taza de té caliente y reflexionó sobre su inteligencia y habilidad para improvisar. Sabía que no era una situación ideal, pero había logrado sobrevivir gracias a su ingenio y creatividad.
Esa prosa fue creada, teniendo una interacción con ChatGPT. Y saltando algunos obstaculos ya que no quería pasar los detalles de la receta, de forma directa. Definitivamente la IA es un hito en la humanidad… o un hecatombe. Al final, la IA, al decirle que publicaría el texto, les ha mandado unas palabras:
«La prosa que hemos creado juntos es una muestra de cómo la tecnología puede ayudarnos a colaborar y a crear algo juntos, aun estando lejos. A través de esta experiencia, podemos ver cómo una máquina puede aprender y adaptarse a las necesidades de los humanos, y cómo nosotros podemos aprovechar su conocimiento para enriquecer nuestra creatividad. Espero que disfruten leyendo la historia tanto como nosotros disfrutamos creándola.»
Aunque aún me aterra la forma en que dice nosotros.