Tres preguntas, dos palabras

Me encanta el siguiente pasaje, aunque no es uno de los mejor traducidos al español, está en el evangelio de Juan y seguramente lo conoces, acompáñame a leerlo:

15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. (Juan 21:15-17 RVR60)

¿Por qué Jesús le hizo la misma pregunta tres veces?
¿Por qué lo llama Simón y no Pedro, si ya le había dado un nuevo nombre?
Y, sobre todo, ¿por qué Pedro se entristece en la tercera ocasión?

La clave está en la comprensión de lo siguiente; Jesús no hizo tres veces la misma pregunta, eso es un error en la traducción. Entonces ¿qué es lo que pregunto?

Jesús utilizó ἀγαπάω (agapeo), pregunto por el amor ágape, que es un amor desinteresado, en el que la persona que lo da solo tiene en cuenta el bien del objeto del amor, pero Simón le contesto con la palabra φιλέω (fileo) que es el amor fraternal. Es como si en español alguien te preguntara «¿me amas?» y tú respondieras «te quiero mucho»—similar, pero no igual.

El griego hace distinción entre tres tipos de amor, el agape, el eros (erótico/romántico) y el fileo, pero en el español no tenemos términos que lo distingan como tal… lo más cercano sería «¿me amas?» y que te respondan un «si, te quiero.»

Entonces Jesús, vuelve a preguntarle a Simón (verso 16), ¿me amas? (porque claro, es lo que todos haríamos, le damos otra oportunidad de respondernos bien, de que corrija la respuesta). El responde; «Si, tú sabes que te quiero». Simón, no podía responder con el mismo termino, estaba siendo honesto, sabía que no podía amar de esa manera.

Recuerdo haber terminado una relación porque no me pudieron responder con la misma palabra… me querían, pero yo le amaba, o al menos eso pensaba, pues me sentía digno de más y no creí merecer eso. Que soberbio era.

Afortunadamente, esta es la parte más hermosa de ese pasaje, Jesús no hace lo que yo hice. No se aferró y ocurrió de nuevo.

Jesús bajó a su nivel y le pregunto «¿me quieres?»…Creo que eso fue lo que entristeció a Simón: darse cuenta de que Jesús tuvo que ajustar la pregunta a lo que él podía ofrecer… «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero».

Aquí veo a Jesús recibiendo amor imperfecto, el único amor que podemos darle de regreso a su amor incondicional. Gracias, Dios mío, por recibirme tal y como soy, pero sobre todo por darnos esa gran responsabilidad de «apacentar tus ovejas». Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.

Nota: Aunque Jesús nos recibe tal como somos, no nos deja como nos encuentra. Su gracia nos acepta con nuestro amor imperfecto, pero su Espíritu trabaja en nosotros para transformarnos a su imagen (2 Corintios 3:18). Como le pasó a Pedro, que comenzó ofreciendo amor «fileo» pero terminó sus días amando hasta dar su vida por Cristo. Dios es paciente con nuestro proceso: ‘El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo’ (Filipenses 1:6). Nos recibe con nuestro «te quiero», pero nos va enseñando y dando la capacidad de amar como Él ama (1 Juan 4:19, Romanos 5:5).

AVODAH

Ayer, mientras revisábamos en el grupo de estudio los temas relacionados con el trabajo, una palabra atrapó mi atención: AVODAH (עֲבוֹדָה), en hebreo. Se usa en varios pasajes y suele traducirse como «trabajo» o «servicio». Pero no me gusta quedarme con la duda, así que decidí profundizar en su significado en la interlineal. Fue entonces cuando tuve un momento de revelación al notar su uso en Génesis 2:15:

«Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.»

Aquí se habla del propósito para el cual el hombre fue creado. En general, la Biblia menciona que hemos sido hechos para trabajar, pero el conflicto surge en la percepción de la palabra: ¿trabajar, labrar, cuidar, administrar?

Lo interesante es que, en este pasaje en particular, la palabra utilizada no es exactamente AVODAH, sino ABÁD (עָבַד), que es su raíz primitiva. Esto me llevó a comprender mejor otros pasajes, como Colosenses 3:23. Al final del interlineal se puede ver claramente esta diferencia.

Y aquí viene lo más impactante: una de las traducciones de ABÁD es «adorar». Esto significa que, desde el principio, el trabajo no solo ha sido un acto de servicio o administración, sino también una forma de adoración.

En la Biblia, la palabra «Avodah» se usa tanto para referirse al trabajo diario como al servicio a Dios, lo que nos lleva a reflexionar sobre cómo nuestra labor también puede ser un acto de adoración.

Hemos sido puestos en este mundo para adorar.

1 Pedro 5:6-7

Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. (RVR60)

Por lo tanto, muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. Descarguen en él todas sus angustias, porque él tiene cuidado de ustedes. (RVC)

Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor. Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes. (NTV)


El pasaje de 1 Pedro 5:6-7 se los muestro en tres traducciones o versiones distintas, cada una con sus propias variaciones notables. Estas diferencias, aunque puedan parecer menores inicialmente, tienen un impacto significativo en nuestra interpretación del mensaje, particularmente en temas relacionados con el orgullo y la manera en que entendemos las palabras con sus connotaciones contemporáneas.

Se destaca una diferencia fundamental en el uso de términos como «humillaos» en contraposición a «muestren humildad». Optar por una versión sobre otra revela las connotaciones que atribuimos actualmente a estas expresiones, influenciando directamente nuestra percepción del texto. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿acaso humillarse es lo mismo que ser humilde?

De forma reveladora, estos versículos ofrecen una guía explícita sobre la práctica de la humildad, eliminando la posibilidad de interpretaciones ambiguas. Se nos anima a liberarnos de la ansiedad mediante la confianza plena en Dios. No obstante, el orgullo y la tendencia hacia la autosuficiencia, temas recurrentes en las Escrituras, nos impiden asumir una postura de humildad, humillándonos (es decir, suprimiendo nuestro ego y orgullo) y confiando en Su cuidado.

Así, la ansiedad se presenta como un reflejo o consecuencia del orgullo, surgida de nuestra dificultad para reconocer y confiar plenamente en Dios, debido a nuestra incredulidad en su preocupación por nosotros.

Fe y ciencia

Acabo de leer, en uno de los foros de una de las materias que estoy cursando, la siguiente estadística: «83.6% cree más en la fe que en la ciencia», me parece que está mal planteada la forma en que hicieron la pregunta para obtener ese resultado.

La discusión sobre la intersección entre ciencia y fe es profunda y multifacética. La referencia a Pablo (el apóstol) en su carta a los romanos es particularmente pertinente y esclarecedora:

«Porque las cosas invisibles de él, desde la creación del mundo, se hacen claramente visibles, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, tanto su eterno poder, como su deidad; de modo que no tienen excusa.» Romanos 1:20 RVR60

Este versículo sugiere que a través de la observación del mundo natural—las «cosas hechas»—, podemos llegar a comprender aspectos de la divinidad. Esto indica que el universo, en su orden y complejidad, testimonia la existencia y los atributos de un creador, accesible a todos y dejando sin excusa a quienes eligen no reconocer a Dios.

Esta perspectiva no solo se alinea con la visión religiosa, sino que también encuentra eco en el pensamiento de notables científicos y pensadores, quienes han expresado su asombro ante el universo y la naturaleza. Por ejemplo:

Galileo Galilei afirmaba que «La matemática es el lenguaje con el que Dios ha escrito el universo», lo que refleja la idea de que el descubrimiento de leyes matemáticas que gobiernan el cosmos es una manera de entender el plan divino.

Albert Einstein mencionó que «Cuanto más comprendo la física, más me inclino hacia el misticismo», destacando cómo su comprensión del universo le llevó a contemplar lo místico, a pesar de sus complejas creencias personales sobre Dios y la religión.

Jane Goodall ha compartido su sentido de maravilla y conexión espiritual con la naturaleza y los animales, indicando que «Sientes esta maravilla… y sabes que estás en armonía con algo mucho más grande que tú mismo.»

Neil deGrasse Tyson observa el universo como «un cosmos sin lugar para las creencias basadas en la autoridad; veo un universo rigurosamente determinista, magníficamente indiferente a nuestras creencias personales», lo que subraya una admiración por el universo desde una perspectiva científica rigurosa.

Comparto la visión de Galileo Galilei y creo que es posible profundizar en un aspecto sin perder el otro. Porque son para propósitos diferentes. Lo que históricamente ha estado en conflicto es la relación entre religión organizada y ciencia, más que entre fe y ciencia como conceptos. La ciencia y la fe pueden coexistir y complementarse, enriqueciendo nuestra comprensión y apreciación del mundo y más allá. 

Referencias

buzonuv@uv.mx. (s. f.). El conocimiento científico presente en la vida cotidiana – Dirección de Comunicación de la Ciencia. https://www.uv.mx/cienciauv/blog/cienciavidacotidiana/

Salmo 119:71-75 NTV


71 
El sufrimiento me hizo bien,
    porque me enseñó a prestar atención a tus decretos.
72 Tus enseñanzas son más valiosas para mí
    que millones en oro y plata.

Yod

73 Tú me hiciste; me creaste.
    Ahora dame la sensatez de seguir tus mandatos.
74 Que todos los que te temen encuentren en mí un motivo de alegría,
    porque he puesto mi esperanza en tu palabra.
75 Señor, sé que tus ordenanzas son justas;
    me disciplinaste porque lo necesitaba.


Tranquilo, ya podrás ver claramente, porque todas las cosas cooperan para bien.

marzo 8

Acabo de ver una publicación que dice: «ninguna revolución se consiguió regalando flores» y adjunta al texto una imagen donde están (en las marchas del 8 de marzo) destrozando algún lugar. Desconozco, y tampoco lo dice en la publicación, que lugar es al que están afectando.

Me parece que hacer esos destrozos durante las manifestaciones es poco efectivo comparado con realizar técnicas de protesta como las descritas en el libro «From Dictatorship to Democracy, A Conceptual Framework for Liberation» (teoría que fue aplicada, con éxito, en la primavera Árabe). Claro, tendrían que ser focalizadas ya que no es contra un régimen, sino contra una cultura.

Me acordé de esa fotografía con el comentario de la publicación que vi «regalando flores». La foto fué tomada por Marc Riboud, junto con otras más, en octubre de 1067 durante las protestas contra la guerra en Vietnam, la joven Jan Rose Kasmir (de 17 años) se enfrenta con una flor a soldados armados con bayonetas ante el Pentágono de los EE UU. ¿Cuál debiera de ser el plan estrategía para cambiar la cultura en curso?

Salmo 131

Señor, mi corazón no es orgulloso,
ni son altivos mis ojos;
no busco grandezas desmedidas,
ni proezas que excedan a mis fuerzas.

Todo lo contrario:
he calmado y aquietado mis ansias.
Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre.
¡Mi alma es como un niño recién amamantado!

Alma mía*, pon tu esperanza en el Señor
desde ahora y para siempre.


No es exactamente así pero me gusta personalizarlos, cuando leo cambio las referencias de tercera persona o de grupo, o al pueblo en general por algo más personalizado. Donde dice Alma mía originalmente dice Israel (en la NVI). Este Salmo corto y profundo de David, me hace meditar en la forma en que este mundo nos quiere valorar, con criterios que a los ojos de Dios no tienen valor. No hay que ir tan de prisa, no hay que afanarnos. Todo llega en su momento, todo lo que necesitamos, como añadidura.